Los Sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia, a través de los cuales se nos otorga la vida divina. Son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden y Matrimonio.
Dios a través de su Hijo Jesucristo, ha instituido estos Sacramentos, para expresar las realidades sobrenaturales de la gracia:
- nacemos a la vida sobrenatural por el Bautismo,
- nos fortalecemos con la Confirmación,
- mantenemos la vida con el alimento de la Eucaristía,
- si se pierde por el pecado, la recupera la Penitencia,
- y con la Unción de enfermos nos preparamos para el viaje que acabará en el cielo.
- El Orden sacerdotal procura los ministros de la Iglesia,
- Y el Matrimonio, que con los hijos perpetúa la sociedad humana y hace crecer la Iglesia cuando son regenerados por el bautismo.
Los Sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, como signos, también tienen un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por eso se llaman Sacramentos de la Fe.